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Hombres y mujeres no somos tan diferentes

Los caracteres sexuales masculinos y femeninos son homólogos y la mayor parte de los órganos que caracterizan un género tienen un equivalente atrofiado en el otro sexo. Muchas de estas diferencias son esenciales para comprender la sexualidad femenina.

  • Los testículos y los ovarios son homólogos.
  • El clítoris es un pene atrofiado.
  • El punto G es una próstata atrofiada.
  • Los labios mayores y el escroto tienen la misma orígen embrional.
  • Sexualidad e dimorfismo

    ¿Por qué un programa de sexualidad femenina debería preocuparse de cuestions como el dimorfismo sexual, la diferenciación de los sexos a nivel fetal y el homologismo de los caracteres sexuales? La razón está en el hecho que comprender muchos de los recursos sexuales femeninos y la existencia de puntos erógenos "misteriosos" como el punto G, depende directamente de estos conocimientos y las razones para las cuales muchas técnicas, a primera vista milagrosas, funcionan, pueden ser explicadas gracias a estas nociones.

    La maravillosa aventura de la diferenciación sexual

    Cada caracter sexual de un determinado género tiene un homólogo en el otro sexo que la mayoría del tiempo es atrofiado, o que desempeña una función diferente. En otros términos, el hombre no tiene un sólo órgano que falte en la mujer y viceversa. A primera vista parece una afirmación absurda. ¡Cómo!, dirá usted, ¿el hombre no tiene ningún órgano que falta en la mujer? ¿A caso las mujeres tienen un pene?

    Es obvio que a nivel de desarrollo sexual el hombre y la mujer son diferentes desde el nacimiento. Pero no nos referimos al desarrollo, sino a la base. Uno de los errores del neofito es el de creer que el varón y la hembra sean distintos desde su concepción. En realidad, a nivel fetal, durante las primeras seis semanas de gestación, el sexo del feto no está aún definido y la única diferencia está solo a nivel cromosómico y hormonal. Estas son las diferencias que harán de manera que el sexo masculino se desarrollará de una manera y el femenino de otra. Todos los médicos saben eso, pero ¿a cuántos prófanos se le ocurre? Las mujeres no tienen pene, pero tienen el clìtoris, que no es otra cosa que un pene atrofiado (de hecho, el pene y el clítoris tienen la misma origen biológica). En ambos sexos, el pene y el clítoris desempeñan el papel de recibir y acumular placer sexual.

    Sobre este punto, tenemos que darle la razón a Freud, quien, sin contar con los conocimientos científicos de hoy, tuvo la brillante intuición de asociar los dos órganos por lo menos desde el punto de vista psicológico. El hombre no tiene útero, pero tiene un utrículo prostático. En los niños no hay diferencia entre pecho y seno, estos carácteres se diferencian sólo a partir de la adolescencia y eso es un ejemplo primario de dimorfismo sexual de órganos que se desarrollan diferentemente incluso mucho después del nacimiento. Y podríamos seguir con todos los demás caracteres. Al final de esta página listaremos todos los órganos homólogos masculinos y femeninos.

    Tecnicamente, la diferencia entre género masculino y femenino se llama dimorfismo sexual. Ya que el programa que ofrecemos no es un libro de biología, sino un método de sexualidad, trataremos de que esta discusión se mantenga simple y al mismo tiempo concisa. Hay tres factores que establecen las principales diferencias entre los dos géneros: el genético, el hormonal y el neurológico. A la base de todo están los cromosomas que son estructuras del microplasma de las células y están constituidos por el ADN presente en el núcleo de éstas. Los cromosomas contienen los carácteres hereditarios de los organismos y entre ellos están los dos cromosomas sexuales, relacionados con la determinación del sexo: X e Y.

    A la hora de la fecundación, es decir en el momento del encuentro entre el espermatozoide y el óvulo en las trompas de Falopio, el espermatozoide es portador sólo de 23 de los 46 cromosomas de las células vivientes. El óvulo contiene los 23 cromosomas faltantes. Tanto el óvulo como el espermatozoide tienen un solo cromosoma sexual. El vigésimo tercero cromosoma del óvulo es siempre un cromosoma X, mientras que el cromosoma correspondiente del espermatozoide puede ser tanto X como Y. Por lo tanto es el espermatozoide quien determinará al final el género del feto. Si el óvulo se encuentra con un espermatozoide cuyo vigésimo tercero cromosoma es X, entonces nacerá una hembra (XX). Si en cambio se encuentra con un espermatozoide Y, entonces nacerá un varón (XY). El resultado de la fecundación es una célula completa que se desarrollará en feto.

    Como hemos visto, hasta la sexta semana de vida fetal, el embrión humano es idéntico, que sea varón o hembra (vea figura 1). En lugar de los genitales hay sólo gonades (glándulas llamadas "ovarios tranquilos"), indiscriminadas y con conductos que en el caso del varón se llaman conductos de Wolf y en el caso de la hembra se llaman conductos de Müller. Las diferencias empiezan a partir de la séptima semana, gracias a una sustancia química contenida en el cromosoma Y, que se llama antigene H-Y. Esta sustancia hace que las gonadas se conviertan en testículos o en ovarios. Si no fuera por el antigene H-Y, todos naceríamos hembras y la vida no sería posible.

    Tanto los testículos (en el varón) como los ovarios (en la hembra) quedan en el abdomen del embrión. Es sólo a eso del final del período fetal que los testículos bajan en las bolas escrotales. Esto pasa gracias a las hormonas masculinas que empiezan a ser segregadas por los testículos desde el segundo mes de gestación. Estas hormonas masculinas, llamadas andrógenos (testosterona y dihidrotestosterona o DHT) permiten el desarrollo de los conductos de Wolff, transformándolos en los conductos deferentes, en las vesículas seminales y en los conductos eyaculatorios (vea figura 2). Sin la acción de estas hormonas, los conductos de Müller se atrofian creando las condiciones para los genitales internos femeninos, es decir el útero, las trompas de Falopio y las partes internas de la vagina. Este proceso termina hacia el tercer mes de embarazo, donde los genitales internos descritos están totalmente definidos (vea figura 3).

    En todo este tiempo ¿qué hacen los genitales externos? ¡Nada! Hasta el segundo mes no están diferenciados. Tanto el varón como la hembra tienen un único tubérculo genital "con accesorios" (vea la figura 4). Una vez más, son las hormonas que entran en acción. De hecho, la diidrotestosterona contribuirá al desarrollo del glande, uretra, próstata y así sucesivamente. Los accesorios se transformarán en los pliegues urogenitales, haciendo desarrollar el cuerpo del pene alrededor de la uretra. Las protuberancias labioescrotales se transformarán en escroto.

    En ausencia de hormonas masculinas, el tubérculo no se desarrolla en glande y se convierte en clítoris, mientras que los pliegues accesorios se transforman en los labios menores, vulva y la parte externa de la vagina. Las proturberancias labioescrotales se convierten en los labios mayores y en el monte de Venus (vea figuras 5 y 6). Lo mismo vale para lo que será la próstata, que en la hembra no llega a desarrollarse, pero reviste una forma atrofiada indefinida que es precisamente el punto de Gräfenberg. Los investigadores de las varias facultades de medicina no han aún establecido la naturaleza exacta de los tejidos de este punto. Sin embargo el hecho es que las glándulas uretrales femeninas (dichas glándulas de Skene) y glándulas prostáticas han llevado a muchos médicos (entre los cuales Franklin P. Johnson) al punto de establecer que estas glándulas son homólogas. De hecho, las glándulas uretrales de una mujer tienen una estructura totalmente similar a la de las glándulas prostáticas de un feto de seis meses.

    Además, ya que cada glándula u órgano del varón tiene un homólogo femenino atrofiado y viceversa, ¿por qué esta regla debería cambiar en el caso de la próstata? Es evidente que la próstata y el punto G son homólogos. Los especialistas de la embriología utilizan el término "atrofiado" para describir el hecho que algunos órganos del cuerpo no tienen ninguna función aparente y que no son otra cosa que vestigios embrionales del otro sexo.

    Ya a partir del cuarto mes de gestación los órganos sexuales pueden considerarse completos, aparte de algunos ajustes como el descenso de los testículos en las bolsas escrotales y otras pequeñas diferencias.

    Y ahora vamos a describir los varios homólogos sexuales entre varón y hembra. Note que no todos tienen una versión atrofiada en el otro sexo. Por ejemplo, los ovarios no son una versión atrofiada de los testículos. En la tabla siguiente están enumerados todos.

    Mujer Hombre
    Seno Pecho
    Ovarios Testículos
    Utero Utrículo prostático
    Trompas de Falopio Conductos deferentes
    Canales y conductos de Gartner Vesículas seminales, vasos deferentes, epidídimos
    Vejiga Vejiga
    Uretra Uretra prostática
    Vestíbulo de la úretra Uretra del miembro
    Labios menores Tubo uretral del miembro
    Labios mayores Escroto
    Clítoris Glande
    Glándulas de Bartolino (o vestibulares) Glándulas de Cowper (o bulbouretrales)
    Punto de Gräfenberg Próstata
    Glándula prostática (glándulas uretrales) Glándula prostática (glándulas uretrales)
    (Da J. Lowndes Sevely y J. W. Bennett Concerning Female Ejaculation and the Female Prostate, p. 1, adaptado sucesivamente por Money (1952) y Moore (1974))

    ¿Cuál es la moraleja de la historia? En toda esta discusión hemos comprendido lo siguiente: primero la razón de la existencia del clítoris, pero también la razón de su gran sensibilidad sexual, incluyendo las implicaciones psicológicas freudianas: tiene la misma estructura basal de un pene, es eréctil, permite alcanzar un orgasmo donde (al igual que en el hombre) interviene el nervio pudendo, está revestido por un capuchón parecido a un prepucio atrofiado. Análogamente a la teoría de Freud, es cierto que las niñas pequeñas deberían inconscientemente envidiar el pene, precisamente porque su clítoris ¡¡es realmente un pene que no se ha desarrollado nunca!!

    El otro punto importante de esta discusión es la naturaleza del punto G. Siendo esto una versión homóloga de la próstata, puede emitir un líquido similar al prostático durante su orgasmo característico, que es precisamente la eyaculación femenina. No todas las mujeres que tienen un orgasmo del punto G eyaculan. Parece que la eyaculación femenina depende del grado de desarrollo de ciertos músculos cuya contracción, durante el orgasmo, provocaría la secreción del líquido, causada por la presión a la cuál son sometidas las glándulas uretrales.

    Como tercer punto, la eyaculación femenina es facilitada cuando el músculo pubococcígeo está particularmente desarrollado. Este músculo tiene vital importancia no sólo porque su desarrollo facilita el orgasmo del punto G y las eyaculaciones femeninas, sino también porque aumenta las sensaciones de placer durante el coito y facilita prácticamente todos los demás tipos de orgasmos vaginales. Por lo tanto podemos decir que este músculo es la base de todo o, por lo menos, el mejor punto de partida para desarrollar una sexualidad plena.

    Comprender todas estas cosas es de vital importancia porque nos ayuda a comprender las razones de ciertos aspectos de la sexualidad (por ejemplo la naturaleza del punto G y el papel del músculo pubo-coccígeo) que sin el apoyo de estos conocimientos podrían parecer ingeniosas conjeturas.


    El músculo pubococcígeo